El Evangelio

Él es Dios y te ama.

Jesús dijo que era Dios. Lo demostró con Su vida, Sus palabras, Sus hechos y Su amor. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, nos dio vida juntamente con Cristo, aun estando nosotros muertos en pecados - por gracia sois salvos.” (Efesios 2:4–5). “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16)

Él murió y resucitó para pagar por tus pecados.

Nuestro pecado nos separa de Dios y requiere el pago de la muerte (Romanos 3:23, 6:23). Sin embargo, porque Jesús murió por ti, ¡no tienes que pagar por tus propios pecados! “Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras, y fue sepultado, y resucitó al tercer día…” (1 Corintios 15:3–4). “Pero Dios muestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8)

Él desea entrar en tu vida y salvarte.

Así lo dijo Jesús: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida...” (Juan 3:36). “De cierto, de cierto os digo, el que cree en mí, tiene vida eterna.” (Juan 6:47). “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” (Juan 11:25)

 

Ir al Cielo no se trata de ser bueno o religioso. Se trata de confiar solo en Cristo. Llámalo, pídele que entre en tu vida, te salve del pecado y te dé Su don de vida eterna. Es la mejor decisión que tomarás. “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” (Romanos 10:13)